martes, 8 de enero de 2008

FELIZ AÑO NUEVO 2008, LOREN

Supongo positivamente que nos desearías a todos estas palabras tan manidas y a veces tan falsas, al comienzo de este 2008. Y creo que supongo bien. Sé que no eras mucho de fiestas y celebraciones, especialmente estas desvirtuadas y consumistas fechas navideñas. Coincido contigo en que cuando llegan determinadas fechas, véase S. Bartomeu y Navidad por excelencia, el personal por decreto ley ha de sentirse feliz, o expresar una serie de emociones que parece que están guardadas en el baúl de los recuerdos personales. Y lo peor es que te lo recuerdan a todas horas con las frasecitas dichosas y repetitivas ideadas para la ocasión o con adornos callejeros que cuestan un porrón. Coincido en no creer en esas máscaras falsas que disfrazan la autenticidad de las personas. Creo en la rectitud de los corazones, en el fondo de las personas y en el derecho a expresar sus sentimientos más íntimos en cualquier época del año. No hay fechas para demostrar cariños, ni para desear lo mejor de lo mejor a quien se lo deseas, ni para regalar tiempo, compartir ilusiones o tener una buena conversación de amigo a amigo.
Utilizando la frasecita de Feliz Año nuevo 2008, no puedo menos que echar la vista atrás al 2007. ¡Qué pedazo de año más maravilloso! ¡Qué pedazo de año más triste! Fue el año de compartir intensamente ilusiones, proyectos, enlazar amistades y profundizar en ellas, conocernos mejor y empezar a sentirnos más unidos que nunca por poder compartir entre todos las ganas de vivir. Pusimos todo nuestro empeño y nuestro CORAZÓN en ello. Todo parecía que iba sobre ruedas, que iba encarrilado. El destino, ese cochino destino, nos la jugó a todos, nos privó de tu entrañable presencia y solamente nos ha dejado tu imborrable y perdurable recuerdo. ¡Cómo hemos cambiado en un año! Pasamos de la esperanza a la desilusión, de la fortuna a la pobreza, del estado risueño al estupor incrédulo. En otras collas esto hubiese supuesto la disolución por K.O. técnico y un sálvese quien pueda. Pero no en esta, Loren. En esta no. ¿Sabes por qué? Tú tienes la respuesta. La no disolución de la colla se debe a que ha perdurado por encima de todo tu espíritu magnánimo, tu grandeza de ánimo. Nos has insuflado nueva vidilla al rescoldo de brasas medio apagadas que dejó en nuestros corazones tu súbita desaparición. Esta nueva brisa ha reavivado nuestro ánimo, nos ha hecho más fuertes, más unidos que nunca.
La herida abierta se va cerrando lentamente, cicatriza mejor de lo que pensábamos. Es un lento proceso de duelo interior al que nos tenemos que ir acostumbrando. Nos curamos mutuamente celebrando actos de vida. Contrarrestamos el dolor y la tristeza con la alegría de estar vivos, haciendo aquello que más nos une. No nos rendimos ante el pesimismo. Por supuesto que lloramos a veces. Lo necesitamos porque somos de carne y hueso. Pero lo que predomina por encima de todo, son las caras serenas y un compartir más profundo de nuestras intimidades y sentimientos delante de los de la colla.
Un detalle. Desde octubre hasta ahora hemos celebrado un mogollón de reuniones de amigos íntimas en los diferentes hogares de los de la colla. Seguramente no ha habido tanto trasiego en este último año como en muchos años atrás. Es un claro indicio de la vitalidad que nos une, de tu espíritu Loren, marca de la casa.
Gracias Loren por seguir regalándonos lo mejor de ti. ¡Que dure!
De todo CORAZÓN
Pepe