ORGULLOSO DE SER VOLUNTARIO DE PROTECCIÓN CIVIL

Justo salía de donar sangre cuando me llegó el rumor de la calle de que habían atropellado a dos niñas en la Crtra General. Acudí allí por si hacían falta voluntarios o se podía echar una mano.
El destino me reservaba una desagradable visión: las dos niñas tendidas, inmóviles y los gritos de histeria del padre y hermano mayor. Me identifiqué como voluntario de PCivil y, al acercarme, me di cuenta de la tragedia en toda su magnitud: una niña inconsciente y atendida por el 061 y la otra, un poco más allá, semitapada por una manta térmica. Reconocí al padre enseguida, preso de histerismo, como el padre de mi alumna Lissette, una dulce niña de 8 años, de la que soy su tutor escolar. Me comunican que está muerta y…a partir de aquí me dedico a tratar de reconducir la situación tal y como se me ha entrenado en los cursos de PCivil. Hice lo que pude, me tragué mi llanto, aunque lloré abrazado al padre, y recordé uno a uno, todos los pasos a seguir en estos casos. Apliqué el sentido común y la formación recibida, formación que me ha servido para discernir lo que se debe decir y, sobre todo, lo que no se debe decir ni hacer.
Estoy orgulloso de ser voluntario de PCivil por haber sabido afrontar esta amarga situación. Gracias, gracias, gracias.
Una vida humana es un tesoro que lo vale todo, especialmente para una familia de emigrantes ejemplar a la que la desgracia ha llamado a su puerta de la manera más brutal, arrebatando uno de sus tesoros de vida. En mi caso, me ha quitado un trocito de corazón. Iba a ser el tutor escolar de Lissette por primera vez y me hacía ilusión de estar con ella y los demás, iniciando un curso cargado de ilusiones y proyectos. Con sus 8 años, la vida no le ha dado la oportunidad de continuar más lejos.
Descansa en paz querida Lissette, ya que has muerto feliz e inocente
Tu profe preferido
Pepe Sánchez
Ferreries, octubre 2008